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SOBERANÍA

El mundo actual se caracteriza por cambios relevantes en las relaciones de poder mundial, lo que genera importantes inestabilidades e incertidumbres. En este escenario internacional, tampoco América Latina escapa a dicha serie de cambios vertiginosos a partir de una nueva ofensiva imperialista y surgimiento de sectores de ultraderecha populistas. Ello se manifiesta en la reconfiguración del escenario de las relaciones
internacionales, caracterizado por el ascenso de gobiernos de izquierda por un lado y por otro lado, el ascenso de gobiernos de derecha como respuesta al avance de los procesos democráticos y populares del continente, agudizados en los últimos años por la crisis económica y social producto de la pandemia, con su consiguiente aumento de la pobreza y las desigualdades, el autoritarismo y la violencia política.

Algunas potencias y sectores del capital transnacional buscan asegurar la posesión, el control y la administración de nuestros recursos con la finalidad de maximizar sus beneficios. Se plasma así una gobernanza mundial con el dominio del sector financiero especulativo como el principal eje de acumulación de capital. La privatización del sector público, en perjuicio de las grandes mayorías, aparece como un desafío de primer orden
para las democracias del continente.


El poderío militar de las grandes potencias continúa siendo una amenaza importante para la paz mundial. El complejo militar-industrial busca asegurarse una demanda efectiva y real, producto de las guerras en curso y de las mutuas estrategias ofensivas-defensivas.

Para hacerse de tal dominio utilizan todos los medios: políticos, económicos, socioculturales y militares, dónde las intervenciones en formatos híbridos son cada vez más frecuentes.


En esa estrategia, las prácticas imperialistas configuran una de las principales hipótesis de conflictos. En este contexto, debemos posicionar a Uruguay desde sus señas históricas de identidad y sobre la base de los principios y valores de nuestra fuerza política, que son comunes a
los de las grandes mayorías. Un pensamiento latinoamericanista e internacionalista basado en el compromiso con los derechos humanos y la democracia, de respeto irrestricto a la no injerencia en los asuntos internos de otras naciones y a la autodeterminación de los pueblos; el apego al derecho internacional, el multilateralismo, el regionalismo y la integración dinámica y real con la región.

Por lo anterior, entendemos a la política exterior y la defensa como dos caras de la misma moneda, reafirmando a la acción diplomática como principal instrumento para la solución de conflictos.

Desde nuestra concepción artiguista, la defensa de la soberanía se asienta en la integración de los pueblos, hacia la construcción de la Patria Grande, atendiendo especialmente los aspectos fronterizos y transfronterizos. Para ello, será decisiva la definición de intereses regionales comunes a nuestros pueblos, asumiendo los desafíos que nos plantea la integración y la cooperación en diversos ámbitos –pobreza, migración, ambiente, salud, transporte y defensa, entre otros-. En este sentido, el MERCOSUR, la CELAC, la UNASUR y su Consejo de Defensa Sudamericano, constituyen nuestras principales experiencias.

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